Hoy, a pesar de ser martes y día trece del mes abril, he decidido crear este blog.
Desde aquí doy la bienvenida a todos aquellos que, sin temer a rancias y fatídicas sentencias, os acerquéis a él.
Hablaremos de educación en su más amplio sentido: educación integral del ser humano.
Dedico este poema a todos los que ya formáis parte del mundo de los adultos pero que, si habéis llegado aquí, es porque aún conserváis esa maravillosa oreja verde de la nos habla Gianni Rodari.
Desde aquí doy la bienvenida a todos aquellos que, sin temer a rancias y fatídicas sentencias, os acerquéis a él.
Hablaremos de educación en su más amplio sentido: educación integral del ser humano.
Un señor maduro con una oreja verde
Un día, en el expreso Soria-Monteverde,
vi subir a un hombre con una oreja verde.
Ya joven no era, maduro parecía,
salvo la oreja, que verde seguía.
Le dije: Señor, usted tiene cierta edad;
dígame, esa oreja verde, ¿le es de alguna utilidad?
Me contesto amablemente: Yo ya soy persona vieja,
pues de joven, sólo tengo esta oreja.
Es una oreja de niño que me sirve para oír
cosas que los adultos nunca se paran a sentir;
oigo también a los niños cuando cuentan cosas
que a una oreja madura parecerían misteriosas...
Así habló el Señor de la oreja verde
aquel día, en el expreso Soria-Monterde.
Dedico este poema a todos los que ya formáis parte del mundo de los adultos pero que, si habéis llegado aquí, es porque aún conserváis esa maravillosa oreja verde de la nos habla Gianni Rodari.
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